jueves, 24 de enero de 2008

El día que San Martín se bajó del caballo

¿Dioses, santos, demonios o simplemente seres humanos?

Por Guillermo Zinni

José Ignacio García Hamilton recordó en una entrevista la presentación en Rosario de su libro “Don José” con motivo del 150º aniversario del fallecimiento del prócer, la que terminó en una batahola cuyas resonancias dieron rápidamente la vuelta al mundo


El autor de "Don José".

Precedido por la polémica desatada por un artículo que había publicado en el diario La Nación, el 6 de julio de 2000 el abogado, profesor de Historia del Derecho en la Facultad de abogacía de la UBA y escritor tucumano José Ignacio García Hamilton vino a Rosario para presentar su libro “Don José”, en el marco de la Feria del Libro que se realizó en el Patio de la Madera. Allí, además de un nutrido público, se dieron cita funcionarios, historiadores, periodistas y escritores. Pero también se hizo presente un grupo de sanmartinianos que dijo sentirse ofendido por la obra y que en vez de acercarse a debatir comenzó a proferir gritos como una barrabrava a modo de “escrache”. Cuando otro sector del público comenzó a gritarles que se callaran, los sanmartinianos, vociferando amenazantes “¡Viva la patria!” y “¡Viva el general San Martín!”, se fueron al fondo del recinto. Media hora después de terminado el acto aún lo estaban esperando, y el escritor debió ser sacado en medio de un operativo de seguridad con ribetes de película.
¿Cuál había sido el “pecado” de García Hamilton? Intentar “bajar del bronce” al general San Martín para mostrarlo como un ser humano: en base a documentación citada en su libro sostenía la posibilidad de que fuera mestizo, que en realidad no murió pobre sino todo lo contrario y que solía gustar de la companía femenina. La noticia de lo que había pasado en Rosario corrió como reguero de pólvora. La agencia noticiosa Reuters y corresponsales en Buenos Aires de distintos medios periodísticos extranjeros difundieron la información
Los diarios El Comercio (edición del 20 de julio de 2000 bajo el título “¿Ser héroe o ser humano?”) y La República, de Perú (edición del 22 de julio de 2000 bajo el título “El general en su laberinto”), luego de recordar lo sucedido hicieron suyas las palabras del escritor Pacho O´Donnell, para quien “nuestra historia muestra siempre héroes que no dudan, que no se enferman o que no cometen errores. Es bueno humanizarlos”. Y los brasileños tomaron la cosa con humor. El diario O Globo, de Río de Janeiro, destacó que, según los informes de García Hamilton, San Martín “estava bebädo” en la batalla de Maipú, a lo que la revista Veja del 26 de julio de 2000 dijo que ellos, por su parte, no tenían problemas en reconocer que “o responsável pela independëncia do país, dom Pedro I, ter sido um mulherengo incorrigível e um bebädo dado a brigar em tavernas - em suma, um precursor do malandro carioca”, y resaltó la opinión del sociólogo porteño Horacio González, quien dijo que “com base nos heróis da guerra da independëncia foi criado um Olimpo argentino. Houve uma espécie de canonizacao laica dessas personalidades”.

El martes 19 de agosto de 2003 me encontré con García Hamilton para hacerle una entrevista sobre este tema en el bar La Scala, de la estación Mitre, en Buenos Aires. Eran alrededor de las siete de la tarde y ya estaba anocheciendo. No nos conocíamos personalmente pero él se dió cuenta de mi presencia al instante. Simpático, de mediana estatura y enfundado en un sobretodo oscuro, se dirigió directamente hacia mi mesa y me dijo:
-¿Usted es Guillermo Zinni? Vamos, lo invito a comer a mi casa y vamos hablando por el camino.
A partir de ahí subimos a un tren, caminamos, llegamos hasta la casa, me presentó a su familia, cenamos unas riquísimas pastas, tomamos café en el living y me despidió en un taxi que me llevó de nuevo a la estación. Fueron unas seis horas en donde no paramos de hablar sin prejuicios de la historia argentina y en que demostró ser, además de un buen anfitrión y una excelente persona, un hombre cultísimo y un concienzudo y prolífico investigador.
Sentados en el tren y mientras se escuchaba el pitar que anunciaba la partida, le disparé la primera pregunta:

UN HOMBRE DE VASTA FORTUNA

-Usted sostiene que San Martín no era pobre.
-¿Tiene un lápiz usted? Se lo voy anotando acá en el libro (yo llevaba una copia del libro "Don José"). El tenía lo que heredó de Remedios más lo que le donó el cabildo de Buenos Aires: una casa en Plaza de Mayo; una casa vieja, pero sobre la Plaza de Mayo. Tenía lo que le donó el cabildo de Mendoza, la chacra Los Barriales, donde cultivaba trigo y era una señora chacra. Además: cabildo de Santiago de Chile, propiedad en Ulloa; gobierno de Perú, pensión vitalicia, creo que eran 19 mil pesos anuales. También estaban las rentas: alquileres e intereses por dineros depositados, etcétera, del capital que tenía, las que le daban un dinero equivalente al sueldo de un ministro de Francia. El tuvo la mitad de la herencia de Remedios, 50 por ciento para él y 50 por ciento para la hija, y eso lo cuenta Mitre. Y cuando él viene en 1812 ya traía dinero y deposita fondos también.

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Aquí la entrevista se ve interrumpida por los alaridos de un vendedor ambulante que, sin tapujos de ninguna especie, empieza a darle a su consabida cantinela: “Bueno, señores, ante todo muy pero muy buenas noches. Voy a presentarles como una verdadera oferta este producto Arcor. Son obleas rellenas de almendras y avellanas cubiertas en chocolate con leche. Si lo van a comprar, señores, no menos de 60 centavos en cualquier negocio. Hoy se lo llevan como una verdadera oferta. Un o-fer-tón. Las tres unidades las llevan en solamente un peso. Y lo más importante, señores, es su fecha de vencimiento impresa al dorso del mismo. Para saborear mientras viaja, para llevar de regalo. Linda, fresca, sana golosina”. (Se sigue escuchando al vendedor de fondo repitiendo el cantito por todo el vagón)
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-Esa era la plata que traía de afuera -siguió diciendo García Hamilton-. El siempre pensó en no llegar a la vejez siendo pobre. Lo dice en todas las cartas. Yo no sé de dónde sacan después el mito de la pobreza. En muchas de sus cartas él dice: “Yo no quiero llegar a la vejez siendo mendigo”. Siempre le preocupó su futuro económico. Después el mito dice que era despreocupado. Pero después de todo no está mal preocuparse por el futuro de uno, ¿no? ¿Te dije que recibió plata del Estado de Chile?

-¿Pero no renunció a una vajilla de plata?
-Y sí, eran las dos cosas, ¿viste? (busca en el libro el tema de la vajilla de plata).

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“Bueno señores (aparece otro vendedor que se subió en una estación intermedia), les voy a llamar un minuto la atención, como mi compañero de labor, para presentar y entregar. Es la nueva pastafrola de Aguila. Pastafrola rellena de frutilla. Precio en cualquier negocio, no me dejen mentir, no menos de 70 centavos. Hoy se le va a hacer entrega en forma promocional. Van a llevar las tres pastafrolas de Aguila, las tres, en un peso nada más, señores. Y lo más importante, su fecha de vencimiento al dorso de cada envase. Si alguna persona lo considera conveniente, llevan el paquete de seis unidades en dos pesos nada más, señores. Fina, fresca, sana golosina. Para regalar. Para compartir”. (Sigue repitiendo la cantinela y vuelve a arrancar el tren).
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-¿Y a qué se debería la mitificación de San Martín?
-Bueno, ahí está explicado en el libro. Se trató de homogeneizar a los hijos de inmigrantes. Se hizo una campaña a fines del siglo XIX, principios del XX, para homogeneizar a los hijos de inmigrantes, y ahí empezó la cosa. Es larga la cosa: empieza con la generación de Sarmiento, Mitre y Alberdi, aunque Alberdi no está del todo de acuerdo con esto; él es más bien crítico, lo critica muchísimo a Sarmiento. Tiene que ver, primero, con la generación de Mitre que dijo: “Hay que crearnos un pasado heroico”. Segundo, tuvo que ver con la homogeinización de los hijos de inmigrantes que empieza en 1908 y, tercero, tiene que ver con el militarismo que empieza después del golpe de 1930 -en 1937 se crea el Instituto Nacional Sanmartiniano por un grupo de militares- y sobre todo con Perón, la ley de 1949 que sacó Perón sancionando que 1950 iba a ser el Año del Libertador. Y ahí nos obligaban a los alumnos de las escuelas a escribir “Año del Libertador General San Martín”, se obligaba a todos los diarios a poner en todas las páginas: “Año del Libertador General San Martín”, y hasta los escribanos en sus escrituras tenían que poner después de la fecha; “Año del Libertador General San Martín”. Se clausuraron más de 140 diarios por esto.

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-Estoy buscando (en "Don José") cuando le regalan la propiedad en Chile. Aca está. Hilarión de la Quintana era el tío de San Martín. Tío de Remedios, hermano de la madre de Remedios. Esto está en las memorias de Hilarión, lo cuenta él, lo cuenta el tío de San Martín. La de Uñoa se llama "chacra de Beltrán". Beltrán era un español. Los gobiernos republicanos confiscaban las propiedades a los realistas y se las entregaban a los generales. Bolívar hacía lo mismo. Por eso la mitificación de la guerra de la Independencia parece un cuento. (pág. 150). Yo estuve en las dos casas de San Martín en París. Tenía su casa en París y su casa en las afueras. La casa de París todavia existe, en la Rue Saint Georges, ahora la tiene un argentino. Es una casa en un barrio importante, es una propiedad cara. Y la casa en Grand Bourg es igual a la réplica que está acá en barrio Parque; un poco más chica es la de Grand Bourg. Es una casa importante. Allá la llaman una maison secondeé, una casa de campo. Pero vos pensá que los pobres no tienen casa en la ciudad y casa de campo. Los pobres no tienen casa. San Martín fue rico, murió muy rico. Es todo un mito lo de la pobreza de San Martín. Lo dice el artículo de Pasquali y lo dice Labugle y lo dice Bartolomé Mitre. En “Don José” están todas las citas de los puntos controvertidos. Como es una novela biográfica yo no le pongo notas para que sea más ágil, pero todos los puntos controvertidos están acá (señala el final del libro).
Lo dice el propio tío de San Martín, y acá los argentinos no queremos verlo. Y lo de la vajilla, bueno, a la vajilla después la acepta. Después que se va San Martín de Perú a Bélgica pide que le escrituren la quinta de La Magdalena, que no lo logra. La quinta de La Magdalena era una quinta en Perú pero no la pongo en los bienes porque a esa se la dona el Estado de Perú y él la quiere escriturar pero no lo logra. Ya está Bolívar viviendo ahí y el tipo ya se fue, y como no la escrituró estando ahí, se la perdió.

-¿San Martín consumía opio?
-En realidad no era que tenía una propensión al opio. Era el líquido del láudano, era lo que te curaba los dolores de estómago, era el calmante de la época.

LA MASONERIA

-Se escribieron varios libros para demostrar que San Martín no era masón. Eso tiene que ver con lo que pasó en 1930. Hubo una campaña nacionalista por tratar de identificar las fuentes, el origen de la Argentina con el catolicismo y el Ejército. Hubo una especie de movimiento ideológico nacionalista católico por el que varios autores trataron de demostrar que la esencia de la nacionalidad pasaba por la Iglesia y por el Ejército, y que ésas eran las instituciones más genuinas del país. Y ahí entonces surge la figura de San Martín, la que va desplazando a Belgrano, porque Belgrano no era general sino que era un abogado y educador. Y el hecho de que se hubiera luchado por la libertad de cultos y de que San Martín era masón se oculta y se dice: “No, San Martín era un buen católico”. Y se utiliza una carta de Belgrano hacia San Martín, que es real, donde le dice: “No se olvide de fomentar los sentimientos católicos. No se olvide de que no nos conviene que los españoles nos califiquen de herejes o de masones”. Pero bueno, hasta Julio César cuando iba a la Galia trataba de utilizar el sentimiento religioso de los soldados. Era como decirle: “No deje usted que los españoles lo utilicen y nos califiquen de anticristianos”.

-¿La masonería también trató de ocultar este aspecto de San Martín?
-No, al contrario, la masonería siempre se enorgulleció de tenerlo. Lo que pasa es que en tiempos en que San Martín vivía, cuando era joven, todavía no había una gran oposición entre la masonería y la Iglesia. Eso surge después, cuando viene el famoso Sylabus, que es una condena que hace un Papa de la masonería. Y ahí también está el tema de cuando se traen los restos de San Martín y se quieren poner en la catedral (de Buenos Aires) y a muchos sacerdotes no les gusta que un masón esté en la catedral. Y a los masones tampoco les gusta que quizá el masón más importante, más representativo que tienen ellos esté en la catedral. Pero se lo ponen igual, pero como en una especie de templete que está separado, que está como salido, porque dicen que es una forma de conciliar. Si uno va por el costado ve que, efectivamente, está como si estuviera afuera. La masonería de San Martín se tapó en 1930, en 1940, en 1950, para no enfrentarse con la Iglesia, y se presentó a San Martín como si fuera católico. Pero no, no lo fue. San Martín era más bien un excéptico. Más bien anticlerical. Tampoco era antirreligioso. Hay unas palabras de cuando se hace amigo del cura de Grand Bourg en que dice: “Si todos los curas fueran como éste...”.

-¿La Sociedad Patriótica era una logia masónica?
-¿La de Monteagudo? No, creo que no. No hay archivos escritos de las logias masónicas, pero en las cartas de San Martín están los signos masónicos. El pone la “o-o-o” cuando habla de la logia. Todas las cartas que están en mi libro son reales. Y hay una famosa anécdota: las cartas que intercambia él con Pueyrredón en 1812 hablan de “la familia a la que pertenece” y pone los tres puntitos (...) que eran signos masónicos. Y el pensamiento de San Martín fue masónico. Cuando el dice, por ejemplo, en las máximas a su hija: “Sé tolerante con todas las religiones”, ése es un típico pensamiento masón. Porque la Iglesia católica no era tolerante en ese momento con las otras religiones. La Iglesia católica es tolerante recién ahora, desde fines del siglo XX. Después del Concilio Vaticano II de 1962 recién la Iglesia saca lo de “pérfidos judíos”, que estaba en una oración de Semana Santa. Este último Papa va a visitar la sinagoga. La Iglesia católica no era tolerante en 1830. Así que cuando San Martín le dice a su hija “sé tolerante con todas las religiones” era porque él tenía un pensamiento más identificado con la francmasonería. Además, la francmasonería cobra una gran importancia en España, en los movimientos de 1808. La Revolución de Riego en 1820 fue una revolución típicamente francmasónica. Y eso tuvo una gran importancia también en toda la independencia hispanoamericana. Hay cartas que después fueron interceptadas por los españoles, y que están en Alfredo Villegas, donde Carlos de Alvear dice que los compañeros y hermanos de la logia se van desde Londres a hispanoamérica para trabajar por la independencia. La duda es si Belgrano fue masón o no, pero de San Martín yo no tengo la menor duda. Están los signos en las cartas de él, y los libros que trataban de demostrar que esto no era así le sacaban los signos. Mirá, a mí me pasó una cosa muy particular: cuando pongo la carta con los signos en mi libro “Don José” y viene la prueba de imprenta, a los tres puntitos los habían sacado, porque la correctora de prueba no sabía qué querían decir. Entonces yo le dije: “No, mirá que esto tiene su importancia”. Y cuando vuelve, la computadora los había vuelto a sacar y pone un signo de interrogación, porque la corrección de la computadora no reconoce ese signo. Y Pueyrredón le dice a San Martín “por ser usted quien es y por la familia a la que usted pertenece ...” y le pone los tres puntitos, y uno de los libros que intenta demostrar lo contrario dice que “la familia a la que usted pertenece” es la familia Escalada. Pero le pone los tres puntitos, que quiere decir “logia” o “masonería”; o-o-o quiere decir lo mismo. Cuando hablaban de la logia hablaban también del “establecimiento de matemáticas”. Decían: “El establecimiento de matemáticas progresa”. Esto lo consulté yo con los masones y me dijeron “sí, esto es así”. También la expedición de Chile a Perú se hace porque la logia lo aprueba, porque el gobierno de Buenos Aires le había dicho que no, que no se hacía, y le pide que vuelva. Para mí no hay dudas de que era masón. Hay dudas de si la logia se llamaba Lautaro. Algunos dicen que no se llamaba así, pero la masonería no mantuvo archivos. Pero por ejemplo Vicente Fidel López en uno de sus libros cuenta que su padre, Vicente López y Planes, el autor del Himno Nacional, cuando él era un muchacho de 20 y el padre tendría como 60 o más, caminando por el puerto de Buenos Aires le dijo: “Este es el edificio donde nos reuníamos en la logia”. Así que no hay dudas. Y hay tantos testimonios... Solamente un dogmatismo muy acendrado puede negarlo. Además, ¿qué sentido tiene? La masonería tuvo una gran influencia en la Revolución Francesa, enorme, había obispos que eran masones, había nobles que eran masones, tuvo una enorme importancia. Y acá también tuvo una enorme importancia. Esto es un hecho. Estuvo en México, en Caracas. Bolívar, por ejemplo, estuvo en la masonería y después se retira, y después prohíbe las logias inclusive en algún momento cuando se pelea con Santander. Tenía una importancia que hoy la masonería ya no la tiene, porque hay otras instituciones que tienen esa importancia.

-¿Leyó el libro “San Martín contraataca”?
-No lo leí. Hay 5 o 6 libros que se escribieron a partir de 1930 para decir que San Martín no era masón; uno de ellos del padre Furlong, que fue un gran historiador. Mitre también dice que la logia Lautaro tenía los ritos masónicos pero que no era masónica. Lo que pasa es que en esa época no había logias que controlaran todo, según me dice gente de la masonería. Se juntaban cinco tipos y constituían una logia, pero no había una organización mayor. Después de Caseros tienen una forma más organizada. Yo no soy un especialista en masonería. Yo a la iniciación de San Martín la tomé de cómo eran las iniciaciones en esa época, porque no hay archivos. De que San Martín era masón yo no tengo dudas porque está la carta de Alvear y está el pensamiento de él. La iniciaciòn en la masonería creo que la cuenta López Méndez, no me acuerdo bien. Yo la tomo de ahí y como era la misma logia donde estaba San Martín, digo, tiene que haber sido así. Pero no hay un archivo que diga cómo fue la iniciación. No hay archivos sobre las logias. Las logias parece que no conservaban archivos, o por lo menos no llegaron hasta nuestros días. Así que no se puede sostener ni que San Martín era masón ni que no era masón. Mitre habla de las logias, creo que cita a Vicente Fidel López si mal no recuerdo, pero dice que no eran exactamente masónicas, sino que tenían los ritos, etcétera. Mirá, los españoles dicen: “Si tiene gusto a jamón y si tiene olor a jamón, debe ser jamón”. Sobre esto no hay documentación terminante, pero el pensamiento de San Martín y las máximas a su hija cuando le dice “hay que cuidar a todos los animales, proteger a la religión”, ése es un pensamiento masón. Y hay documentos de que él en Bruselas ingresa a la logia La Perfette Ammiteé. Esto lo saqué de un libro que creo que es “San Martín y la política de los pueblos”, de Enrique de Gandía. Gandía es el que cuenta que la logia Lautaro se disuelve. Hay tres o cuatro logias donde estuvo: una es la de Cádiz o de Londres, que posiblemente es la misma, la de los Caballeros Racionales. Luego, cuando vienen a Buenos Aires, forman otra, a la que algunos llaman Lautaro. Y cuando San Martín desobedece la orden de volver a Buenos AIres y se va de Chile a Perú, los de la logia se enojan con San Martín y entonces esa logia prácticamente se disuelve y se forma otra. Ahí se disuelve la logia de Buenos Aires porque se enojan con San Martín porque lo consideran traidor y se forma otra, en la cual ya no está San Martín y que se llama logia Provincial. San Martín aparentemente queda desprendido de las logias en ese momento. Pero luego, cuando está en Bruselas ya retirado, la logia La Perfette Ammitté, es decir, La Perfecta Amistad, en francés, le hace un agasajo por ser un masón que ha colaborado en la independencia de hispanoamérica y le regalan una especie de retrato que está en el libro de Otero y de varios otros. Zapiola, Alvear y San Martín, que vienen en la Jorge Canning, los tres eran masones y eran de la misma logia. No hay contradicción en que él se casó por iglesia y que entonces no podía ser masón. Al contrario. La contradicción vino después. En ese momento había curas masones, había obispos masones y hasta se dice que un Papa fue masón. En ese momento no había ninguna contradicción. Hasta el Sylabus, que creo que es de 1870. El Sylabus es un documento papal que condena el libre pensamiento, el racionalismo y la masonería. Más aún, todavía ahora para ser masón tenés que creer en un Ser Supremo, en un Gran Creador del Universo, el Gran Arquitecto Universal, pero que no tiene que ser necesariamente el dios de una religión o de otra. Puede haber un islámico, un judío, un católico. Las prohibiciones vinieron después por las luchas entre francmasones y los absolutistas de Fernando VII, pero esas luchas son posteriores a 1820, son posteriores a la Revolución de Riego, y San Martín se retira en 1822.

-No estuvo muchos años San Martín en la Argentina.
-No, en Argentina estuvo los 4 años de su niñez y de 1812 a 1817. En el 17 se fue a Chile y Perú. Pero esto no quiere decir que no haya sido un general muy importante de la Independencia.

-¿Se podría decir que la independencia de América es obra de la masonería?
-La independencia de América no fue obra de la masonería, pero la masonería es una organización que tuvo mucha importancia en las luchas de la independencia. Pero posiblemente tuvo más importancia en el Río de la Plata que en Colombia, que en Venezuela y no sé en México. Pero acá tuvo mucha importancia porque los que llegan en 1812, los que toman el poder y forman el segundo triunvirato y los que resuelven el viaje desde Chile a Perú es la logia de Santiago, así que acá tuvo mucha importancia. No tanto en Colombia, en Venezuela y en Ecuador.

ESPIA INGLES Y TRAIDOR A ESPAÑA

-¿San Martín era un espía inglés?
-Yo no lo creo. No está demostrado. Pero sí que tuvo muy buenas relaciones con Inglaterra, siempre. Mejor con Inglaterra que con Francia, por razones políticas. Aunque también fue un afrancesado en su juventud, no cabe la menor duda. Pero en las luchas por la independencia él siempre buscó el apoyo inglés porque era el país que podía prestarlo.

-¿Fue un traidor a España?
-Bueno, también está el caso de Alvear. Las luchas de la independencia hispanoamericana fueron así, fueron eso. En alguna forma fueron luchas civiles.

-Sí, entre afrancesados republicanos y los realistas españoles.
-Los afrancesados de España, entre los cuales se encontraba San Martín, la gente de la vanguardia ideológica, la gente que creía en la Revolución Francesa, “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, la gente que era masón y creía en los principios de Ciencia, Filantropía, Progreso, Tolerancia, cuando se produce la invasión de los franceses y la gente los rechaza, el pueblo español los rechaza, cuando lo linchan al general Solana que era uno de los hombres que él admiraba, se quedan sin espacio para actuar. Entonces, algunos se pasan al bando francés, como Aguado, su gran amigo, pero otros que no quieren pasarse al bando francés encuentran en las luchas hispanoamericanas por la Independencia un campo propicio para desarrolar sus ideas y sus actividades. Para mí es el caso de San Martín. Es como el Che Guevara que de golpe está en México y encuentra en la invasión a Cuba, en el derrocamiento de Fulgencio Batista, un motivo para vivir. Encuentran un lugar donde vivir de acuerdo a sus principios.

-Pero el Che no mató argentinos.
-Sí, esa es la diferencia, pero es que era una guerra civil. Era una guerra civil de dos sectores, y entonces ellos se colocan de un lado. En las luchas por la Independencia, por ejemplo, estaba el general Arenales, el principal lugarteniente de San Martín, allá en Perú, y era nacido en España, y estaba a favor de los patriotas. Y el general español Pío Tristán, que es el que es vencido por Belgrano en Tucumán, era nacido en Arequipa, Perú. Era una guerra civil. Más que geográfica la división era ideológica, entre los realistas y los republicanos. Entre los que querían mantener estas colonias con un gobierno absolutista y los que querían un orden más liberal. Era una guerra civil entre sectores de vanguardia y sectores absolutistas o monárquicos. Curiosamente la vanguardia después, como era San Martín, se van a hacer monárquicos, cuando se dan cuenta que ya tienen la independencia pero no es tan fácil establecer la República. Por eso yo no necesito, para entender, explicármelo como que fue espía inglés o traidor a España. El, cuando viene la guerra civil, se pone en uno de los bandos que es con el que tiene mayor afinidad ideológica, que es el bando republicano, y que es el bando independentista; hay una coincidencia. El adhiere a eso porque eran las ideas del marqués de la Solana también, que era su maestro, del marqués de Coupigny. Coupigny era masón y Solana era masón. Hay un trabajo de Jorge Mayer, que está en la Academia Nacional de Historia, donde está toda la intervención del marqués de Coupigny en la masonería, y si mal no recuerdo, de Solana también. Entonces, San Martín estaba con ese grupo: los masones, los afrancesados, los hombres de la vanguardia ideológica, los liberales, lo que en algún momento fue la izquierda. Ahora, allá en España, cuando llegan los franceses, se quedan sin saber qué hacer. Entonces algunos se pasan a José Bonaparte, como Aguado, y otros se vienen a América.

SAN MARTIN MESTIZO


Estas serían las únicas imágenes que habrían retratado al prócer con fidelidad.

-¿Cómo es eso que podría haber sido hijo de Alvear?
-Está tomado de una tradición de la familia Alvear. Yo lo tomé de distintos lugares. Yo creo que es así. Los indicios son tan vehementes y concordantes. Hay una nota que se llama “San Martín, mito e historia” donde hay una anécdota de Evita. El único retrato de San Martín pintado con modelo vivo es el que pongo en la tapa de mi libro, y éste Evita lo hace sacar de la Plaza de Mayo y lo hace cambiar y hace poner el de la bandera porque no le gusta, porque no quería un San Martín negro. También está la imagen de San Martín viejo que anda circulando por ahí, que es un daguerrotipo, esa imagen es real. Ese es el San Martín real. Es el único daguerrotipo, que es como si fuera una fotografía. Después de mi libro apareció este libro de Telefónica donde hay una carta de Mary Graham, que es una inglesa que vive en Valparaíso y que recibe a San Martín en su casa, y después cuenta en sus memorias la visita y en una carta dice que “en Sudamérica se considera a San Martín como de raza mixta y que ha servido como agente de policía o cree que como cabo o sargento de la policía militar en España -en aquel tiempo el de sargento mayor era un título de oficial-. Es alto, bien hecho, buen mozo, inteligente, pero sus ojos oscuros y largos tienen una mirada singular, yo diría que algo de siniestro. El mira fuerte a los otros hasta que ellos le quitan la vista y sus ojos caen. Usa muchas palabras al hablar, es orgulloso en demostrar lo que ha leido y habla de todas las religiones. El usa la palabra filosofía como sinónimo de ateismo y cree que Canning será parte de su política. Y en sus charlas dice que toda religión es brujería -yo creo que quiso decir “superstición”- y que toda bondad engaño...” Mirá si no era masón. Todos las descripciones físicas de San Martín dicen que era mestizo. San Martín le dijo a los indios: “Yo soy un indio, como ustedes”. Si hubiera sido blanco y de pelo rubio no le iba a decir esto a los indios porque se hubieran reído.

LA HISTORIA NOVELADA

-Entre Pasquali, usted, O´Donell, parece que estuviera surgiendo como una nueva corriente historiográfica.
-Sí, pero yo no estoy dentro de una corriente historiográfica. Yo soy un escritor que hago biografías noveladas y también hago ensayos. Yo hago biografía novelada porque me interesa contar bien la historia y trato de ser fiel a la verdad, pero a la vez es una novela. Sin prejuicios. Yo, por ejemplo, soy un admirador de Sarmiento pero, al contrario, le pongo todos los defectos que le encuentro en “Cuyano alborotador”. Yo soy muy admirador de Alberdi pero en mi biografía novelada de Alberdi le puse todos los defectos que le encontré y que están documentados. En el caso de San Martín fue lo mismo. Hay cosas de él que son admirables: la capacidad de organización, la capacidad de método. Yo en general no soy admirador de los militares, porque tengo otra profesión, tengo otro oficio, otra visión de la vida, soy pacifista, no soy guerrero. San Martín tiene muchas cosas admirables como persona, pero no estoy de acuerdo con el culto monoteísta a San Martín que en vez de hacer historia hace mitología. Porque la diferencia entre el mito y la historia es que el mito explica el pasado a través de personajes sobrenaturales, divinos. En cambio la historia cuenta lo que hicieron los hombres de las generaciones pasadas. En cambio, la historia argentina escolar, la educación patriótica, convirtió a estas figuras humanas en dioses, en mitos.

-O´Donnel es médico psicoanalista, Lanata es periodista y usted es abogado, ¿Hay que venir de afuera a desmitificar la historia?
-Es posible, yo soy abogado, hice un doctorado en Historia del Derecho, mi título es de Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales y soy escritor. Realmente no soy un historiador profesional. Mi formación es de abogado, es jurídica. Pero hago ensayos, he hecho biografías noveladas, posiblemente soy un escritor que escribo sobre historia. Tampoco Herodoto era historiador diplomado, y Shakespeare escribió también sobre Macbeth, sobre Ricardo III, sobre Hamlet, que son personajes históricos. Todos los escritores han escrito sobre personajes históricos. Los personajes históricos siempre han nutrido a la literatura y a la historia.

-¿Sarmiento ayudó a mistificar la historia?
-Bueno, Sarmiento era un político, y escribió en el marco de una lucha política. De todos modos él no fue un historiador sino un ensayista, en su “Facundo”, por ejemplo. Yo creo que más que nada esto empieza con la educación patriótica de 1908. Lo que pasa es que cuando una persona está actuando en política tampoco le pidás mucha objetividad.

-¿El revisionismo histórico destruyó mitos?
-Ese revisionismo rosista, católico, nacionalista, no destruyó los mitos de la educación oficial. No acabó con una historia mitológica. Lo que hizo fue destruir unos mitos y crear otros, pero no acabó con la mitificación de la historia. Sino que lo derrumbó a Mariano Moreno y a Bernardino Rivadavia, le pegaba a Sarmiento, pero creó el mito de Rosas, los caudillos, Pancho Ramírez, Estanislao López, creó otras figuras mitológicas, pero no hizo una historia más racional y menos mítica. Yo no creo en los mitos, creo en la historia, creo en la razón, no creo en la emoción. Creo en la humanización y en la discusión sobre el pasado, porque hay que discutir también.

LA "FATWA" ROSARINA

-¿Cómo recuerda el incidente de Rosario?
-No sé quiénes eran. Yo no conocía a ninguno, no conocía a nadie. Yo fui a Rosario a presentar un libro como hace cualquier escritor. Hay un artículo del diario La Opinión de Nueva York que dijo que lo que la intolerancia que habían demostrado los argentinos en Rosario era parecido a una “fatwa” musulmana. Las fatwas musulmanas son las condenas que hacen los musulmanes a quienes consideran que han blasfemado hablando mal de Mahoma. Son condenas que dicta la autoridad religiosa y política, como lo que le pasó a Salman Rushdie. Es una condena que puede terminar con la muerte del tipo. Le condenan los libros, le queman los libros y lo matan, y todo musulmán tiene la obligación de matarlo donde lo encuentre. Por eso Salman Rushdie está escondido desde hace años, porque la fatwa mantiene vigencia. Yo fui solo a presentar un libro y me encontré con que un grupo de inadaptados y exaltados gritaba y cantaba y no dejaba hablar. Actuaban como una barra brava y no como lectores de un libro que podían criticar, rechazar lo que se dice y que pueden publicar ellos lo que piensan. Es decir, en el mundo del pluralismo debe ser así. Hay gente que quiere hacer de los personajes de la historia dioses a los que rinde culto y, además, un culto monoteísta.
Ese día yo estaba con un muchacho que era el representante de la editorial y Eduardo Luis Lagos, de La Capital, y ellos son los que me hicieron abrir una puerta en el fondo y me sacaron y después fuimos a comer, sino hubiera estado en una soledad absoluta, y después vino Salinas, el director de El Ciudadano. Además era el Patio de la Madera, que era como un predio desierto, como una especie de mercado que estaba desactivado. Te juro que era una soledad, y se sentía que vociferaba afuera esta jauría. Se sentía como una especie de frío espiritual y climático. Fue una noche muy traumática. Y la chica de la librería Ross, Silvinita, me dice “recién llamaron los sanmartinianos para decir que van a ir esta noche” y yo pensé: “Bueno, está todo bien”, pero en el medio del acto hay una chica que dijo: “Lo que usted ha escrito es lamentable”, y se armó una batahola. Había una parte, este grupo, que no quería que el acto siguiera, y otra parte que se puso a gritar para que se permitiera seguir el acto y yo ahí en el medio, calladito, no sabía qué hacer. Nadie está preparado para eso. Con el libro de Sarmiento también algunos sarmientinos reaccionaron, pero no llegaron a la violencia ni a la fatwa musulmana.

-También tuvo problemas en otros lados?
-Bueno, hubo una gran polémica en ese momento en revistas, en diarios. Cuando fui a Mendoza en la puerta hubo un acto paralelo. El Instituto Nacional Sanmartiniano sacó una declaración de repudio del libro. La sacó antes de que mi libro saliera a la venta, por un artículo que publiqué en La Nación. Es decir que rechazó un libro antes de leerlo. Me llovían las críticas.

-¿Tuvo contacto con Félix Luna por este tema?
-A Félix Luna me lo encontré un día en la calle. Eran los días de la polémica, de julio o agosto del 2000. Porque mi libro lo saqué en junio, pero en agosto cuando fue el aniversario de San Martín se reavivó la poémica. Y me dijo “¿Cómo anda?” y yo le dije “Acá ando, Félix, recibiendo palos”. Y me dijo “Bueno, yo no se los he dado”. Después leí algunos artículos... Pero bueno, creo que él tiene otro concepto, me parece, de San Martín y del culto patriótico. Es un hombre que yo respeto mucho pero posiblemente no pensamos en todo lo mismo, como es natural.

¿QUIEN ES EL LIBERTADOR?

-San Martín no luchó prácticamente en Argentina.
-Sí, bueno, en el siglo XIX el Libertador era considerado Manuel Belgrano. Y el Padre de la Patria para Mitre y para Sarmiento, lo dicen en un acto de 1873, era Manuel Belgrano. Porque Manuel Belgrano es quien había liberado las provincias del norte. San Martín no lucha prácticamente en el territorio de la República Argentina. Cuando llega al Río de la Plata en 1812 las provincias del norte ya están en manos del gobierno republicano. Y cuando él se va, en 1824, el territorio de la República Argentina sigue en manos del gobierno republicano. Las provincias que fueron recuperadas de los españoles, Jujuy, Salta y parte de Tucumán, es gracias a Manuel Belgrano, entonces el Libertador era Manuel Belgrano. O Alvear, que había liberado en 1814 la Banda Oriental, o los otros generales del Ejército del Norte como Castelli, Pueyrredón y Arenales; éstos eran considerados los libertadores. Y San Martín era considerado el Libertador de Chile, pero nunca de la Argentina, hasta comienzos del siglo XX. Empieza con la educación patriótica en 1908, en 1937, pero sobre todo con el peronismo, el que ya establece un culto monoteísta: quieren un solo Libertador, un solo padre de la patria. Ya en 1880 cuando se traen los restos de San Martín y se los pone en la catedral, después Belisario Roldán le hace una oración a San Martín que la pronuncia en Boulogne Sur Mer cuando se le inaugura un monumento donde dice: “Padre nuestro que estás en el bronce”. Luego Ricardo Rojas escribe “El Santo de la Espada”, y después en 1950 ya Perón, por razones políticas, promueve la sanción de una ley por la cual se establece el Año Sanmartiniano. Se cambia el nombre a la Avenida Libertador, que se llamaba Alvear, y se le pone "Libertador General San Martin" y ahí ya se instaura un culto a la imagen de San Martín.


Por su perfil político y militar, Perón buscó resaltar a San Martín como un antecedente histórico de sí mismo.

UN PERSONAJE MULTIFACETICO

-Lo que pasa con San Martín también es que se lo puede ver de distintos modos: en su juventud es un liberal pro Revolución Francesa y es masón, pero después vino al Río de la Plata, y va a Perú, va creciendo en edad, va viendo las dificultades para establecer la democracia y el republicanismo, se hace monárquico y manda a buscar un príncipe europeo para ponerlo de rey en el Perú y ser él el regente, y después le termina dando su sable a Rosas. Entonces todos los sectores lo pueden tomar como vanguardia. Toman un pedazo y dicen: “Este es el nuestro, éste es Gardel”. Y además pasa otra cosa: a veces los intereses coinciden y otras veces no. Así, por ejemplo, cuando en 1950 el peronismo persigue a la prensa y clausura el diario La Prensa y le suprime la cuota de papel al diario La Nación y a otros diarios -salvo a la cadena oficial-, cuando saca el Año Sanmartiniano, en esto, yo me imagino que el diario La Nación habrá estado de acuerdo y que debe haber colaborado. Y posiblemente después que cae el peronismo siguió con el tema. En eso coincide un sector liberal y en ese momento muy conservador, como era La Nación, y el peronismo; por distintas razones coinciden. El diario, porque San Martín es como el prócer de Mitre, y los peronistas porque lo querían identificar a San Martín con Perón porque era un militar. Y en los libros de lectura te ponían “El Libertador Perón-El Libertador San Martín”. Se ponía la imagen de Perón sobre un caballo blanco. Había por todas partes la foto de Perón sobre un caballo blanco para identificarlo a Perón con San Martín.

-¿Entonces cada corriente “fabricó” un San Martín a su medida?
-Lo mismo que pasó con San Martín también pasó con Bolívar. Hay sectores que se fabrican un Bolívar de acuerdo a sus necesidades y de acuerdo a sus ambiciones personales. Y acá con San Martín es así. La Iglesia se hizo un San Martín católico, la masonería un San Martín masón y los liberales agnósticos un San Martín agnóstico y los rosistas un San Martín rosista, y Perón creó un San Martín para identificarse con los militares.

-¿Y en definitiva quién fue San Martín?
-Fue un ser de carne y hueso, un hombre que en su juventud fue liberal, que adhería a la Revolución Francesa, "Libertad, Igualdad, Fraternidad". Un hombre que fue masón de joven, la masonería postulaba Ciencia, Filantropía, Tolerancia, Progreso, es decir, la vanguardia ideológica en su época. Que era militar de profesión, muy militar, no era un político ni un hombre educado con formación política. Y el éxito militar, como sucede con el modelo napoleónico, lo lleva a ejercer funciones políticas. Le gustaba el poder, sin duda, porque por eso quiere ser gobernador de Mendoza. Confiscaba propiedades, llegó a ser el responsable máximo del fusilamiento de prisioneros en San Luis. Es muy duro en Mendoza con los españoles. Cuando llega a Perú él va desobedeciendo las instrucciones del gobierno de Buenos Aires, y va con bandera de Chile, con fondos de Chile y con patrocinio de Chile. Le dan órden de que no asuma el poder en Perú, pero lo asume, se autoproclama Protector, dice que es necesario, que los amigos se lo han pedido. Luego tiene dificultades, le falta gente, ha perdido sus contactos con Buenos Aires, el apoyo de Chile empieza a flaquear porque se ha peleado con Lord Cochrane y no le paga a la flota. El buscaba siempre apoyo de inglaterra e Inglaterra le da menos apoyo del que él esperaba porque los ingleses tenian una alianza con España. Después él se da cuenta que es muy difícil establecer un gobierno republicano en Perú y manda a buscar un príncipe en Europa y ahí se enteran los republicanos peruanos y le quitan el apoyo. Ya carece de apoyos militares y en definitiva le pide apoyo a Bolívar, pero Bolívar le da menos de lo que él necesita y en definitiva termina retirándose. Renuncia al protectorado y se va primero a Chile, luego a Mendoza. Luego, cuando muere su esposa en Buenos Aires le pide que le vaya a dar su último adiós y él no viene. Después que muere su esposa viene a Buenos Aires, cobra la herencia de los Escalada, recoge a su hija (que la abuela no se la quiere entregar en un principio porque, claro, hacía cuatro años que no la veía) y se va con ella a Bruselas. Es un hombre que evolucionó y que termina entregando su sable a Rosas. Porque Rosas tenía conflictos con Francia e Inglaterra, y San Martín es un militar, y el militar considera que la soberanía está más en la lucha con los extranjeros que en los derechos civiles, y posiblemente también la situación de su yerno, Mariano Balcarce, que era funcionario de la Embajada, lo haya influenciado.

-¿Qué opina de que San Martín le haya dejado el sable a Rosas?
-Bueno, San Martín decía: “Yo no puedo aprobar que Rosas persiga a los opositores, pero tampoco puedo aprobar que alguien se una al extranjero para luchar contra el país”. Es que los militares siempre identifican la soberanía con las fronteras, en cambio los civiles identificamos la soberanía con el vivir bien, con el respeto, con la tolerancia, con la convivencia, con la democracia. Para mí la soberanía no está en el territorio sino en los valores de los países, en los valores republicanos, democráticos, en la convivencia. Y si, como dicen, ya había sido traidor con España, ahora no quería ser traidor de nuevo a los paises hispanoamericanos a los cuales había contribuido a liberar. Es difícil explicar cómo un hombre que ha sido independentista y liberal puede legar su sable a un restaurador de los valores coloniales. Además, Rosas había mandado al exilio al hermano de su esposa y a su íntimo amigo, Gregorio Gómez, y a pesar de eso le lega el sable. Alberdi da la interpretación de que lo hace también por influencia de Mariano Balcarce, porque después que le legara el sable Rosas lo nombra embajador en París.

-¿La masonería intervino para terminar con la Confederación cuando Urquiza se hizo masón? ¿La batalla de Pavón se arregló en la masonería?
-Que intervino la masonería en ese arreglo es así, pero que la batalla de Pavón haya estado arreglada, no sé.

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